La iniciativa está centrada en extender las mismas restricciones y regulaciones de los cigarrillos tradicionales a los vapeadores y cigarrillos electrónicos, con base en recomendaciones de la OMS sobre los riesgos que implica para la salud de los fumadores activos y pasivos.
En el Congreso empieza a hacer carrera un proyecto de ley que busca actualizar la Ley 1335 de 2009 para extender las medidas de control aplicables a los productos de tabaco, a los cigarrillos electrónicos con dos motivaciones centrales: prevenir daños a la salud de los menores de edad y la población no fumadora, y estipular políticas públicas para prevenir el consumo del tabaco y abandonar la dependencia del tabaco del fumador y sus derivados.
La iniciativa, de autoría del representante liberal Julián Peinado y de RedPapaz junto con otras organizaciones de carácter civil, ya cuenta con la firma y de al menos 80 congresistas, de casi todos los partidos políticos, que respaldan esta propuesta que, según sus autores, está diseñada para proteger especialmente a niños, niñas y adolescentes, fumadores pasivos y compradores facilitándoles el acceso a una información clara y completa sobre los efectos de estos dispositivos en la salud de los consumidores.
Así, el proyecto de ley propone:
1. Prohibir la venta de cigarrillos electrónicos y vapeadores a menores de edad, teniendo en cuenta las amenazas que genera para la salud, así como el riesgo de adicción que implica.
2. Establecer restricciones para el consumo de cigarrillos electrónicos en espacios cerrados y públicos, tales como parques, zonas comunales, bares, restaurantes, centros comerciales, instituciones de educación formal y no formal, medios de transporte de servicio público, entre otros.
3. Incluir advertencias gráficas sobre los efectos a la salud en las cajetillas o empaques de los cigarrillos electrónicos y vapeadores.
El Ministerio de Salud ya había advertido sobre los riesgos de estos dispositivos en la resolución 032 de 2019 donde solicitó a los entes locales que fortalecieran la pedagogía en torno a este tema, en concordancia con una serie de recomendaciones hechas por la OMS y la OPS a todos los países.
Asimismo, en Colombia el 15,4% de escolares entre los 12 y 15 años ha tenido experiencia con los cigarrillos electrónicos, según datos de la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes (2017); a su vez, el 16,1% de los estudiantes universitarios colombianos ha usado cigarrillos alguna vez en la vida, según el III Estudio Epidemiológico Andino sobre Consumo de Drogas.
Por el momento, se estima que en 24 países de América Latina y el Caribe hay disponibles Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina SEAN, entre los cuales 18 ya han establecido una regulación sobre la venta y uso de estos productos, siendo Colombia uno de los pocos donde no se ha desarrollado una legislación al respecto para atender y frenar un posible problema de salud pública, teniendo en cuenta que los Estados son responsables de proteger a los consumidores.
“La Ley no busca perseguir a los consumidores, sino protegerlos contra los efectos del consumo del tabaco y la exposición al humo. La ciencia lo está demostrando: los vapeadores y cigarrillos electrónicos implican riesgos, así como los cigarrillos tradicionales. Hay que actuar ya para proteger a los ciudadanos, especialmente a los niños, niñas y adolescentes”, aclara el representante a la Cámara, Julián Peinado, autor principal de esta iniciativa junto con organizaciones sociales como RedPapaz, la Alianza por la Niñez Colombiana, la Liga Colombiana Contra el Cáncer, la Liga Colombiana contra el Infarto y la Hipertensión, Educar Consumidores, entre otros.
Riesgos para la salud de los vapeadores y cigarrillos electrónicos
En ese sentido, el Representante Peinado afirma que “respecto a si los cigarrillos electrónicos son o no más peligrosos que el cigarrillo tradicional, me gusta la posición que asume la Organización Mundial de la Salud donde indica que la evidencia muestra que los dos tienen riesgos para la salud, por tanto, la aproximación más segura es no usar ninguno de los dos”.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud OPS ha advertido que la mayoría de los cigarrillos electrónicos contienen nicotina, sustancia altamente adictiva, que afecta el desarrollo cerebral de niñas, niños y adolescentes, al tiempo que los aerosoles de estos productos contienen sustancias cancerígenas y metales pesados que resultan peligrosos para la salud.
En cuanto a otros impactos a la salud, la Organización Mundial del Corazón (World Heart Federation) - reconocida como la aliada de la OMS para la prevención de las enfermedades cardiovasculares afirma que la evidencia muestra el riesgo de los cigarrillos electrónicos para la salud cardiovascular. Así mismo, afirma que no existe suficiente evidencia para afirmar que estos sirven como una alternativa al consumo del cigarrillo tradicional, por lo que se suma a las recomendaciones de extender la regulación a estos dispositivos y a aplicar el principio de precaución al lidiar con estos.
Por otro lado, algunas aproximaciones académicas han encontrado que:
• El uso de cigarrillos electrónicos durante al menos un año se asocia a un mayor riesgo cardiovascular (Moheimani & Bhetraratana, 2017) y el uso diario duplica el riesgo de presentar infarto agudo de miocardio, probabilidad que aumenta si se tiene el antecedente de hipertensión, colesterol alto y diabetes (Alzaharani, Pena, & Temesgen, 2018).
• En exfumadores de cigarrillos convencionales, se incrementa la probabilidad de sufrir un infarto agudo de miocardio, independiente de la presencia de otros factores de riesgo (Bhatta & Glantz, 2019).
• Los productos químicos presentes en el vapor del cigarrillo electrónico (por ejemplo, formaldehído y acroleina) pueden causar daño celular y mutagénesis, hallazgo que apoya la posibilidad de que la exposición a largo plazo aumente el riesgo de desarrollar cáncer (Huang, Xu, & Lau, 2018).
• La nicotina ocasiona adicción (American Psychiatric Association, 2013) y ha demostrado afectar el desarrollo neuronal en adolescentes (U.S. Department of Health and Human Services, 2018)
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Adriana Patricia Gómez
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